viernes, enero 28
Acostada en la cama ojeando la luna. Juro que pasaría horas mirando la luna. La veo tan triste y sola, brillosa auténtica pero sola. Y hace tiempo descubrí que la soledad no es buena compañera, es mas, cada tanto me visita y entra en mi habitación y se sienta en una silla y me hace compañía, tiene ojos oscuros y creo que disfruta de verte llorar, sola, agonizando.
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Sofi
hablando de soledad
Ernestina creía en su corazón. Es decir, creía en ese tonto rumor que anda saber quien corrió de que el corazón siempre tiene la razón. Y que pasa si yo te digo que no. Que el corazón no sabe nada de amor. Que el que sabe es el que sufrió, el que encontró y perdió. Qué pasa, si agarro y te digo que no te amo más. ¿Lo creès? Por eso te digo algo, nunca me des la razón. Es tarde para peliar amor, ¿vale la pena?
Después de discutir con la almohada agarró su teléfono y ahí se quedo. Solita frente a un tubo negro. Y el silencio era realmente perturbador, si que lo era! Que si, que no. La luna vigilaba toda la situación desde allá arriba. Pobre solita. Tendría celos, capàs. El teléfono no sonaba, y eso ni la luna lo podía cambiar.
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Sofi
sábado, enero 22
Ayer me tenìas ahì, paradita frente a tì y sin embargo no hisiste nada. A veces pienso que en la vida a algunos les toca sufrir y a otros simplemente ser yo. Pero cuando todo se nubla y el cielo se torna gris tu puedes hacer que se generen millones de partículas que nadie ve y que se ilumine mi corazòn, y por mas tonto que suene es asì. Es la regla del amor. Es ser para dar y es no tener para querer. Es saber que cuando lo necesites voy a estar. Es saber que no hacen falta palabras ni nada para darse cuenta de todo esto y no obstante tienes mi corazòn y te pido encarecidamente que me lo cuides.
Con amor, ella.
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Sofi
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