viernes, enero 28

hablando de soledad

Ernestina creía en su corazón. Es decir, creía en ese tonto rumor que anda saber quien corrió de que el corazón siempre tiene la razón. Y que pasa si yo te digo que no. Que el corazón no sabe nada de amor. Que el que sabe es el que sufrió, el que encontró y perdió. Qué pasa, si agarro y te digo que no te amo más. ¿Lo creès? Por eso te digo algo, nunca me des la razón. Es tarde para peliar amor, ¿vale la pena? 
Después de discutir con la almohada agarró su teléfono y ahí se quedo. Solita frente a un tubo negro. Y el silencio era realmente perturbador, si que lo era! Que si, que no. La luna vigilaba toda la situación desde allá arriba. Pobre solita. Tendría celos, capàs. El teléfono no sonaba, y eso ni la luna lo podía cambiar.

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