domingo, diciembre 19

Veo que no estás. Veo claramente tu ausencia.

Ante un magnifico alba, tenues estallidos se divertían buscando mi rostro. Mi rostro se divertía esquivando esa luz intensa que se divisaba entre las nubes blancas. Él me miraba con fisonomía de un enamorado más. El viento frío revolvía mis cabellos, y el se divertía viéndolos. Mis ojos por un santiamén se clavaron en aquel espectro oscuro que a lo lejos se mostraba. Él con manos sensibles tapó mi rostro, y me cuidó del mal. Pasaron unos segundos y se relajó cautelosamente. Las nubes se tornaron grises; sus ojos brillaban cada vez más, el miedo, el espanto y el horror colmaron aquella madrugada que intentaba ser feliz. De vuelta la nefasta realidad se apoderó de él, y convirtiéndolo en miles de partículas desapareció. Ahí solita me encontraba yo junto a el temible espectro de mi realidad, que anunciaba el silencio de otra mañana en soledad.
Es inútil creer en lo que no vez. Por que aunque sepas que exista
en un momento todo se deja ver, y su rostro nunca aparece
su mirada se perdió. Y aquí sola me quedé,
sola y sin poder decirte adiós.

Sofía

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